Qúe haría yo si no muriera nunca?...
Si no tuviera la posibilidad de volver a nacer...
Tuesday, March 20, 2007
Monday, March 19, 2007
Vaivén eterno, torbellino y calma...
Se agitan, se calman.
Olas...
Ondas marinas, porque siempre será el agua de sal mi favorita.
Vaivén eterno, torbellino y calma...
Así como el mar tiene sus cintas de temperamentos diferentes...
Así mi vida.
Primero, desde la arena, no de lo profundo,
nace 1 franja calma, extasiada diría yo.
Que acaricia el último pedacito húmedo...
Metros, centímetyro más, menos... el climax.
Donde todo explota de manera predecible, aunque incierta en los detalles.
Un remolino violento, con 1 golpe seco, de agua sobre piedra hecha trizas.
Una sacudida necesaria y vital.
Para después pasar, ahora sí, a ese vaivén, ya lo dijimos,
eterno, constante, suave, ligero.
El estadio ideal de la vida cotidiana, donde nada más sucede
a no ser que transportemos el cuerpo a una zona de acción.
Esa decisión, ahora sí, la podemos tomar a cada momento.
Brinquitos invisibles, allá abajo, donde no sabemos si debajo
lo que yace es 1 alga obscura, o un resto orgánico
del paso habitual de los congéneres.
Brinquitos hacia la calma, saltitos hacia el vértigo, la emoción...
esconder la cabeza para sortear la fuerza de este mundo.
de espaldas, de frente.
50cm hacen la diferencia.
Te dejas revolcar, abajo, a un lado, al otro,
no sabes más en que punto ha quedado el cielo, en donde la firmeza...
Hasta que, como cualquier cuerpo sumergido, emerges de nuevo
y de repente a un punto distinto.
Donde el azar ha tomado las riendas, y de manera mágica,
maravillosa, te encuentras parado, o suspendido,
tal vez en un espacio donde no sabías con antelación
si conocerías alguna vez.
Allí, para volver a empezar, para continuar.
Finalmente dejarle a la suerte de este mundo el propio destino,
es algo que debieramos hacer dentro y fuera del océano.
¿Qué no es esto una chafimetáfora de nuestro paso por esta tierra?
Olas...
Ondas marinas, porque siempre será el agua de sal mi favorita.
Vaivén eterno, torbellino y calma...
Así como el mar tiene sus cintas de temperamentos diferentes...
Así mi vida.
Primero, desde la arena, no de lo profundo,
nace 1 franja calma, extasiada diría yo.
Que acaricia el último pedacito húmedo...
Metros, centímetyro más, menos... el climax.
Donde todo explota de manera predecible, aunque incierta en los detalles.
Un remolino violento, con 1 golpe seco, de agua sobre piedra hecha trizas.
Una sacudida necesaria y vital.
Para después pasar, ahora sí, a ese vaivén, ya lo dijimos,
eterno, constante, suave, ligero.
El estadio ideal de la vida cotidiana, donde nada más sucede
a no ser que transportemos el cuerpo a una zona de acción.
Esa decisión, ahora sí, la podemos tomar a cada momento.
Brinquitos invisibles, allá abajo, donde no sabemos si debajo
lo que yace es 1 alga obscura, o un resto orgánico
del paso habitual de los congéneres.
Brinquitos hacia la calma, saltitos hacia el vértigo, la emoción...
esconder la cabeza para sortear la fuerza de este mundo.
de espaldas, de frente.
50cm hacen la diferencia.
Te dejas revolcar, abajo, a un lado, al otro,
no sabes más en que punto ha quedado el cielo, en donde la firmeza...
Hasta que, como cualquier cuerpo sumergido, emerges de nuevo
y de repente a un punto distinto.
Donde el azar ha tomado las riendas, y de manera mágica,
maravillosa, te encuentras parado, o suspendido,
tal vez en un espacio donde no sabías con antelación
si conocerías alguna vez.
Allí, para volver a empezar, para continuar.
Finalmente dejarle a la suerte de este mundo el propio destino,
es algo que debieramos hacer dentro y fuera del océano.
¿Qué no es esto una chafimetáfora de nuestro paso por esta tierra?
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